El próximo 23 de abril de este año 2022, serán 38 años de aquella fatídica fecha en la que más de 300 personas fueron abatidas en las calles, en las protestas que por el alto costo de la vida se produjeron en todas las provincias del país. principalmente en los sectores marginados de la zona norte del Distrito Nacional de Santo Domingo.
El gobierno encabezado por el Doctor Salvador Jorge Blanco representaba el segundo triunfo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), después de lograr destronar del poder al Doctor Joaquín Balaguer luego de 12 largos años en el poder, consecuencia de la dictadura de Trujillo y la intervención estadounidense de abril del 1965.
Ese lunes 23 de abril, resaca de un largo feriado de Semana Santa, me encontraba como de costumbre en el salón de clases en la escuela parroquial donde estudie, no bien habíamos izado la bandera, escuchamos los primeros gritos, pedrea, disparos y quemas de neumáticos, había iniciado la poblada.
Las protestas se extendieron rápidamente, especialmente a todos los sectores pobres en el interior del país, fue como una explosión, una reacción involuntaria como resultado de una difícil crisis económica y un elevado costo en casi todos los productos de la canasta familiar, no muy diferente a lo que ocurre en la actualidad.
Se asegura que la poblada inició en el conocido sector de Capotillo, de allí se extendió rápidamente al Simón Bolívar, 24 de abril, Gualey, las Cañitas, Cristo Rey, Villa Juana, San Carlos, Villas Agrícolas, Los Minas, Villa Duarte, Herrera, Los Alcarrizos, para el medio ya se reportaban enfrentamientos violentos en casi todos los sectores pobres de las provincias del país.
La reacción inmediata del gobierno fue sacar las Fuerzas Armadas a las calles, se atribuye al Doctor José Francisco Peña Gómez, entonces líder del PRD, y Sindico del Ayuntamiento del Distrito Nacional en ese cuatrienio (82-86), sugerirle al presidente Jorge Blanco que si no tiraba la ¨guardia¨ a las calles lo tumbarían del poder.
Ese mismo día, el entonces secretario de las Fuerzas Armadas Manuel Antonio Cuervo Gómez ordenó a las tropas elite de Constanza, conocidas como ¨Cazadores de Montaña¨ penetrar rápidamente hacia el interior de los sectores en protestas, sobre todo en los sectores pobre de la zona norte de Santo Domingo, las consecuencias no se hicieron esperar.
Las morgues de los hospitales no daban abasto, las emergencias estaban repletas de heridos, los destacamentos policiales y militares llenos de detenidos y golpeados, reportes de prensa de la época daban cuenta de más de 300 personas muertas a causa de heridas de balas con fusiles M-16, en su gran mayoría jóvenes entre 18 a 24 años.
Entre ellos no olvido a un compañero de escuela y vecino, a lo sumo 16 años, su cabeza fue atravesada por un proyectil de fusil, su crimen fue asomarse, por unos segundos, a la azotea del segundo piso de su vivienda.
Al tercer día de las protestas, el presidente Salvador Jorge Blanco Habló a la nación, intentando calmar los ánimos de los que protestaban, debido a una ¨inusitada¨ alza de precios en la mayoría de alimentos de primera necesidad.
Ese miércoles en la noche se escuchó al presidente inclusive recitar unos versos del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer al final de su discurso “¡Los suspiros son de aire y van al aire!, ¡las lágrimas son agua y van al mar!, dime mujer, cuando el amor se olvida ¿sabes tú adónde va? En ese mismo instante se escucharon en el barrio varias detonaciones de metralletas…
Tres años más tarde, ese presidente sería perseguido y encarcelado por el mismo Joaquín Balaguer, beneficiado con el retorno al poder, por 10 años más, por el propio partido que interrumpió sus 12 años, como consecuencia del robo de los fondos públicos en varias instituciones del Estado.
La forma espontánea en como sucedió la poblada en abril de 1984 en Santo Domingo y una protesta similar que se produjo en la capital de Venezuela, el 8 de marzo de 1989 (el caracazo), obligaron al Fondo Monetario Internacional a revisar y flexibilizar la toma de medidas negociadas con los gobiernos de América Latina.
Por Ebert Gómez Guillermo