Qué difícil se hace la vida en este país para aquellas personas que, por una razón u otra, permanecemos durante varias horas en nuestras casas, y que nos encanta ver la televisión.
Nos encontramos muchas veces frente a una encrucijada: ver series y películas de Netflix, como en mi caso, o pasarnos largas horas, “paneando” como locos, buscando un programa que valga la pena ver, conscientes de que no existen, por más vueltas que demos al selector.
No sé explicarles cómo no me ha salido un “panadizo” en el dedo índice de la mano derecha, buscando en todos los canales algo interesante que pudiera representar un aporte nuevo para mi cerebro.
Como estoy pensionada, obvio que no de la vida, luego de comer, procedo a encender el televisor, a sabiendas de que solo voy a encontrar en los canales locales lo siguiente:
-Muchas mujeres voceando, enseñando partes íntimas de su cuerpo, interrumpiéndose y haciendo el ridículo, y en ocasiones, maltratando de tal forma el idioma, que parecería que nunca fueron a una escuela.
– Especie de panel, en el cual existen varios hombres en una mesa, discutiendo de tal forma, que parecen personas iletradas, mientras quien funge de conductor, parece disfrutar su“obra de arte”.
Pasado el mediodía, la cosa se pone peor, entonces una se convence de que la mejor decisión, es buscar qué hacer.
En la noche, la lista de programas insufribles continúa, es tan insoportable la situación, que me ha llevado a preguntarme, si un conductor(a) de programa de entrevistas debe tener un rol protagónico, interrumpiendo a todos los demás participantes a su antojo, haciendo ostentación de su búsqueda en google, minimizando los aportes que puedan dar el o los entrevistados. Más que un panel, parece una discusión barrial.
No se imaginan como he extrañado a esas figuras del ayer que, de manera espontánea, lograban que sus programas se convirtieran en una rutina que siempre aportaba alegría y conocimientos. Ahora, cuando presentan shows en vivo, la vulgaridad y la falta de respeto están a la orden del día.
¡Qué falta hace doña Zaida Ginebra Viuda Lobatón!
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica