El ascenso al Poder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en agosto de 1979, fue precedido de una crisis política generada por la negativa de altos mandos militares y políticos de aceptar la derrota electoral del presidente Balaguer, que fue resuelta por la presión internacional encabezada por los presidentes Jimmy Carter, de Estados Unidos, y Carlos Andrés Pérez, de Venezuela.
Mi estreno como periodista profesional asalariado en el noticiario de Radio Antillas coincidió con la juramentación de don Antonio Guzmán como presidente y de Jacobo Majluta, como vicepresidente, por lo que no tuve mucha interacción con el jefe de Estado, al que solo pude formularle algunas preguntas.
Al poco tiempo pasé a trabajar en Radio Universal y después a Radio Comercial, donde ejercí funciones ejecutivas y de redacción de comentarios editoriales después de fungir como reportero en las fuentes policial, justicia, política, instituciones gubernamentales (La Feria) y ocasionalmente en Palacio Nacional.
Dos semanas después de su juramentación, el presidente Guzmán tuvo que afrontar el impacto devastador del huracán David y a los cinco días siguientes, la tormenta Federico, que en conjunto causaron más de dos mil muertos y pérdidas estimadas en 829 millones de dólares.
Esa es la razón por la que recuerdo como si fuera hoy el discurso que el presidente Guzmán dirigió a la nación para informar sobre los desastres provocados por David y Federico. Conmovió mucho escuchar al jefe de Estado tan afligido.
Para mi bisoña generación profesional fue una gran experiencia poder informar sobre la entrada en vigencia de la ley que dispuso la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados, así como tambien la puesta en retiro de generales vinculados con la represión política, acciones del nuevo gobierno que abrieron los portones de las libertades públicas.
Los primeros nubarrones en el gobierno perredeistas afloraron por escándalos o denuncias sobre corrupción en diferentes áreas del gobierno, pero lo que más afectó a esa gestión fueron los encontronazos entre el liderazgo del PRD, encabezado por Peña Gómez, Jorge Blanco, Majluta y el propio Don Antonio.
El asesinato del periodista Marcelino Vega, de un balazo al corazón, el 7 de abril de 1981, fue otro baldón en el gobierno de don Antonio, no porque ese crimen fuera atribuido al régimen, sino porque el Presidente atribuyó esa muerte a un intercambio de disparos.
Ese domingo del 4 de julio de 1982 cuando se supo que el Presidente se suicidó de un disparo en la sien en el Palacio Nacional, los periodistas de Radio Comercial nos disponíamos a abordar el autobús con destino a la playa de Bayahibe.
Por Orión Mejía