Ningún ser humano es igual a otro, todos somos diferentes e irrepetibles, aunque en muchas actitudes nos parezcamos. La genética juega un papel protagónico en nuestro accionar ante las diferentes situaciones que se nos presentan.
Dentro de las tantas características que poseemos, podemos encontrar que existen personas reactivas y proactivas.
Ambos se caracterizan por tener actitudes muy diferentes ante las situaciones que diario debemos enfrentar.
Las personas reactivas, esperan que sucedan las cosas para entonces actuar, mientras que los proactivos, asumen el control de manera activa, siendo capaces de prever y tomar iniciativas.
Estas últimas son mis favoritas, ya que las primeras, sin ánimo de menospreciarlas, en ocasiones pueden resultar sumamente irritantes, especialmente por la actitud que asumen cuando de enfrentar problemas se trata, siendo una de sus “virtudes”, dejarlo todo para después.
Dentro de las características de las personas proactivas, se encuentran las siguientes:
-Evitan problemas anticipándose, ya que son previsores.
-Tienen bien definido que la rapidez no puede estar presente en todas las acciones, ya que saben que algunas cosas requieren lentitud para que funcionen.
-Están abiertos a nuevas posibilidades.
-Reflexionan sobre sí mismos, se autoanalizan.
-Se anticipan a las situaciones, evitando eventualidades, tienen bien claro lo que significa la palabra planificación.
-Siempre están abiertos a nuevas posibilidades.
No se le puede exigir a un reactivo que se convierta en proactivo, pero siempre los seres humanos, recibiendo la ayuda oportuna, somos capaces de hacer algunos cambios que nos hagan más ligera la carga que día a día tenemos que llevar para sobrevivir.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica