Nos sucede a los que estamos en olla, más o menos como yo, gozamos de buena salud, preparación y experiencias y más o menos tenemos más de 50 en edad. Buscamos empleos infructuosamente de chofer con licencia al día, paquete de office, fregando, lavando, digitando, limpiando casa, de auditor, paseando perros, fregando baño…
Aunque sea en una cafetería, soy higiénico, preparo jugos, sándwich, soy periodista, escritor, perito contable, técnico en planeamiento urbano, almacenista, plomero, perito electrónico, oficinista, publicista, elaboro revista, boletines, memorias…
Mi compañera quiere que también sea albañil, agricultor, electricista, técnico en refrigeración, cocinero, experto en masajes, ebanista, fisiculturista y muchas cosas más, pero le he dicho que no necesita un esposo sino diez obreros…
Soy experto en enseñanza y aprendizaje centrado en el participante, técnicos en procesos estadísticos, marketing político, liderazgo comunitario, estados financieros, asesoro al presidente y algo más, se lo juro es real… También soy parte de este país.
Soy el dolor en las calles, el limpia vidrios en el semáforo, el transeúnte detenido en el destacamento, el enfermo en la cama de un hospital público, el recién nacido abandonado…
El que deambula buscando fortuna, la mujer asesinada a mano de su ex, el indigente bajo el puente, el atracado en la esquina, el padre o la madre que pierde al hijo o la hija, soy el grito que se ahoga de impotencia…
Soy, y así lo siento, el niño que pierde sus padres, la última víctima del juez y la justicia, el preso sin condena, el hambre y la pena a orillas del rio, el desaparecido, un extranjero en mi propio terruño, el loco que roba comida, el perro muerto en el contén.
Puedo ser tantas cosas, pero no hay chamba en RD cuando pasas de 50 y no eres delincuente, tránsfuga, coprófago o del partido de turno. Sin importar tus méritos, te jodiste y aunque seas rico no te dan los chelitos del fondo de pensión, el dinero es tuyo, pero los beneficios son del banquero. Por ahí viene la emigración forzada…
Por Ebert Gómez Guillermo