Los tiempos cambian y nosotros también. Todas las personas de mi edad, nacidas en este país, conocen la palabra “comadrona”, siendo posible que hayamos nacido con una de ellas, aunque no nos lo hayan dicho.
Esta palabra proviene del latín cummater, compuesto por cum, que significa conjuntamente, y mater, que significa madre.
Estas mujeres, sin ser graduadas en medicina, ayudaban a las parturientas a traer sus criaturas al mundo, en campos y lugares apartados, especialmente donde era remota la posibilidad de ser asistidas por un profesional de la medicina. Ellas jugaron un papel muy importante y respetado por la sociedad.
Hoy, en cambio, aunque las funciones son diferentes, existen las “Doulas”, nombre sofisticado con el que una clase social determinada, que puede darse esos lujos para que su criatura pueda venir al mundo, contrata este tipo de servicios. No sé si esta práctica es muy frecuente en nuestro país, pero me imagino que debe costar más que un “ojo de la cara”, como se dice popularmente.
La misma, a diferencia de la comadrona, no ejecuta, es decir, no realiza parto, realmente crea un vínculo con la familia de la embarazada, ofreciendo un servicio personalizado que ayuda a los familiares a disfrutar la experiencia del parto. Es una especie de acompañamiento.
La Doula ofrece presencia continuada, establece la relación desde el principio y está al lado de la pareja durante las etapas que la soliciten.
En un parto les acompaña durante todo el proceso sin tener que hacer cambios de turnos, puede acompasar su ritmo al de la mujer y la sostiene con discreción durante el tiempo necesario, comprometiéndose a dedicar toda su atención a una mujer.
Brinda sus servicios de acompañamiento a las familias, a las cuales pueden atender personalmente, pero esto no significa que dejen de atender a su propia familia, debido a que es un trabajo por hora.
Luego de analizar esta situación, llegué a la conclusión de que el término ´´Doula´´, es una especie de ñoñería a la que solo las mujeres pertenecientes a la burguesía pueden tener acceso, porque hay muchas mujeres, aun en estos tiempos, que en ocasiones van a la maternidad cuando les atacan los dolores, y hasta tienen que compartir cama.
Finalmente, mi investigación no me pudo llevar a saber si estos servicios son contratados frecuentemente en nuestro país, pues tenía la intención de conocer el costo de ese lujo, pero sí pude encontrar que en España cobran 20-40 euros por hora, o 50-60 euros por visita, y que esto puede variar, porque se podría optar por un presupuesto global que oscile ente 500-600 euros para el acompañamiento durante el parto. Cuestión de clases sociales.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica