Todo parece indicar que la palabra indignación está fuera del diccionario político dominicano, porque solo se indignan aquellos que tienen algún tipo de sentimiento que lo acerque al colectivo nacional, aquellos que sienten compasión por los más necesitados y acuden en su ayuda.
Me gustaría saber, por ejemplo, si algún político siente indignación por los casos de nepotismo, condición sempiterna en nuestro país, ya que ha sido prohijada por todos los gobiernos que hemos tenido, en esta prolongada “transición hacia la supuesta democracia”.
Quisiera saber, por ejemplo, si algún político dominicano se siente indignado por la “eterna hipocresía” que supone la llamada lucha contra la corrupción estatal.
¿Qué es indignante?
Indignante, es conocer el contenido de las Declaraciones Juradas de Patrimonio a través de los medios, y darse cuenta de que la crisis económica que abruma a la gran mayoría, no afecta a los políticos, porque la historia siempre es la misma, no importa si están en el poder o en la oposición, todos son millonarios. Pero lo actual ofende, insulta, en fin, indigna.
A caso algún político se indignó, cuando a lo interno de una agrupación política, corrían como en estampida unos once precandidatos en alocada lucha por alcanzar la nominación a la candidatura presidencial. ¿Y de buenas a primeras, meritocracia aparte, fue señalado el ungido?
Pregunto de nuevo
¿Alguien siente indignación cuando, luego de derrotado el partido, sin que ganara el otro, el mismo señor que llegó a proclamar en público, “con estos hombres que están aquí, yo gano las próximas elecciones”, como si él fuera el candidato y no su pupilo, buscó la culpa en otros charcos?
Por Daniel Rodríguez González