¡Que golpe!

Trump emplea la figura del arancel como epicentro de su disruptivo programa económico que procura restablecer el liderazgo manufacturero con la gestión de retorno de empresas y capitales a Estados Unidos, y conjurar el déficit fiscal a través de los recursos que ingresarían por nuevos impuestos aduanales.

La guerra comercial desatada el jueves por el presidente Donald Trump aun está muy distante de alcanzar su clímax, aunque ya se desploman las bolsas de valores y se afianzan los presagios de recesión e inflación global, lo que se agrava con la respuesta China de replicar en vía contraria el arancel impuesto por Estados Unido.

Trump emplea la figura del arancel como epicentro de su disruptivo programa económico que procura restablecer el liderazgo manufacturero con la gestión de retorno de empresas y capitales a Estados Unidos, y conjurar el déficit fiscal a través de los recursos que ingresarían por nuevos impuestos aduanales.

El aumento de tarifas a las importaciones tiene también efectos de retaliación o disuasión con objetivos políticos, económicos o geopolíticos, como han sido las amenazas de nuevos aranceles a México, Canadá, Rusia, Colombia y Venezuela, por asuntos como fentanilo, migración, cese de fuego en Ucrania o compra de petróleo venezolano.

Trump impuso un arancel del 34% a las importaciones procedentes de China, ante lo cual, Beijín ha replicado con la imposición también de un 34% de tarifas arancelarias, lo que representa un problema muy serio para ambas economías cuyo intercambio comercial ronda los US$580,000 millones anuales.

Como previniendo la magnitud y consecuencia de esa guerra comercial a nivel global, Trump proclamó que “los aranceles nos dan un gran poder de negociación” y de inmediato se mostró dispuesto a dialogar siempre y cuando los demás países le den “algo fenomenal”.

La Unión Europea, Japón, India y Taiwán, que cargan con un pesado fardo arancelario impuesto por la Casa Blanca, parecen manejarse entre responder con la misma vara o adentrarse en “el largo y arduo proceso de negociación” como ha dejado entrever el presidente Trump.

República Dominicana fue incluida entre los países que pagaran un 10% de arancel por sus exportaciones a Estados Unidos, ante lo cual la reacción del gobierno fue que pudo ser peor o de que ahora se tiene ventaja relativa sobre competidores, aunque también el presidente Luis Abinader dijo que el gobierno gestionaría un diálogo bilateral con Washington.

Positivo es convocar a una mesa nacional para analizar los efectos que tendría sobre la economía ese arancel del 10%, así como las gestiones oficiales para convencer a Trump de que aquí no aplican aranceles a exportaciones estadounidenses y que este país forma parte del Tratado de Libre comercio con Estados Unidos (RDCafta). Como diría el narrador cibaeño: ¡Que golpe!

Por Orión Mejía

Comparte esta noticia en tus redes sociales: