Todos los seres humanos, en cualquier etapa de nuestras vidas, necesitamos siempre alguien que nos oriente, y que, con sus palabras, nos ayude a levantarnos cuando nos caemos.
Puede ser un amigo, un familiar cercano, en fin, un ser humano en quien confiemos. Aunque no lo crean, los psicólogos, en ocasiones, también lo requerimos.
En mi caso, diariamente veo un programa que se llama “Día a día”, dirigido por el ex sacerdote, Alberto Linero, sobre el cual he escrito en otras ocasiones.
Sus temas me ayudan mucho, tanto para escribir, como cuando es necesario levantarme. He tenido la suerte de que, en ocasiones, sus temas coinciden con alguna situación específica que me agobia.
Precisamente ayer, habló de un tema del cual he escrito en otras ocasiones, pero que siempre es de actualidad: El perdón.
Es algo complejo, debido a que, en algunos momentos, nos vemos precisados a tener un encuentro desagradable, de palabras, con alguien a quien queremos, sentimos que nos ha ofendido, que ha olvidado cosas importantes que debe agradecernos, y esto ocasiona que realmente nos sintamos muy mal.
Durante muchos días, después de lo ocurrido, esto sigue martillándonos, y nos mantenemos rumiando internamente, esperando que el otro, entienda que debe pedirnos perdón.
La espera puede hacerse angustiosa, y nos causa irritación, poder vivir en carne viva, como ese ser humano, sigue su vida contento y feliz, como si nada hubiese pasado.
Según Linero, eso sucede debido a que tenemos que entender que la primera persona que debe perdonarse, es uno, que debemos tomar conciencia del daño que nos produce guardar rencor, que luego de haber expresado, de manera adecuada, las emociones negativas que guardábamos en nuestro interior, debemos tener la suficiente inteligencia para asimilar que si la persona a quien enfrentamos, sigue normal y disfrutando su vida, mientras el dolor nos destruye internamente, debemos aprender de ella, pues, esa persona, aprendió algo que a nosotros nos falta: ¡A perdonarse!
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica