Química: un camino de riqueza garantizado

Los países más ricos del mundo son aquellos que han sido capaces de transformar la materia que la naturaleza ha puesto en sus territorios; recuérdese que cuando se transforma la materia se hace química.

Desde hace cientos de años se sabe que existen grandes cantidades de oro en territorio dominicano. En diferentes medios de comunicación se ha publicado la existencia de níquel, aluminio, lantano, cerio, itrio, escandio, cobre, hierro y petróleo. Recursos que en la actualidad son motivo de conflictos en varias zonas geográficas del planeta Tierra.

Desde que llegaron los europeos a la isla hace más de 530 años, las personas residentes en esta tierra sólo han servido de instrumentos como trabajadores para hacer posible la extracción de parte de esas riquezas naturales.

Es tiempo de que la clase política, económica y académica se pongan de acuerdo para exigir como nación, y en un tiempo prudente, la transferencia de la tecnología que nos permita extraer, transformar y comercializar nuestras propias riquezas.

Es tiempo de priorizar la formación de un mayor número de profesionales de la química. De especializar químicos y diferentes técnicos de las ingenierías, que le permitan a la República Dominicana extraer, transformar y comercializar nuestras propias riquezas naturales.

Esto implica reconocer que somos un país muy rico en recursos naturales, y como tal, así deben ser sus nacionales. También, supone que se alcance un mayor grado de soberanía, lo cuál puede ser facilitado en el marco del nuevo mundo multipolar.

El desarrollo económico y la soberanía están íntimamente asociados. No existe desarrollo económico sin soberanía ni soberanía sin desarrollo económico.

Ningún país, de los más ricos y desarrollados en el mundo, ha alcanzado su soberanía plena sin haber desarrollado su industria química.

Desarrollando una industria química dominicana alcanzaremos con mayor rapidez un estado de bienestar colectivo para todos los dominicanos.

Se hace rico el que más vende. Es hora que nos preparemos para extraer, transformar y vender nuestras propias riquezas naturales.

Por Humberto Contreras Vidal (huco71@gmail.com)
El autor es doctor en ciencias químicas, residente en Santiago de los Caballeros

Comparte esta noticia en tus redes sociales: