El reciente Proyecto de Reforma Fiscal del gobierno dominicano, presentado ha suscitado un intenso debate en la sociedad, y no es para menos. Este esfuerzo, presentado como una solución integral para mejorar las finanzas públicas y fomentar el desarrollo socioeconómico del país, plantea serias interrogantes sobre su viabilidad y sus consecuencias a corto y largo plazo.
En este contexto, es fundamental analizar si realmente esta reforma representa un avance o si, por el contrario, se convierte en una «sombra» para el presente y futuro de la República Dominicana, en los momentos que la economía global se encuentra desacelerada en su crecimiento.
El gobierno ha asegurado que la reforma fiscal busca proteger a los sectores más vulnerables mediante ayudas sociales, esa no es una solución, al tiempo que se propone aumentar la recaudación fiscal y modernizar el sistema tributario, donde siempre los platos rotos del sistema los pagan los pobres.
Sin embargo, la realidad es que muchas de las medidas propuestas podrían tener efectos adversos en la clase media y baja. La eliminación de exenciones fiscales y el aumento de impuestos sobre el consumo podrían afectar desproporcionadamente a aquellos que ya enfrentan dificultades económicas.
La propuesta incluye un enfoque en la inversión pública, con el objetivo de elevar el gasto en infraestructura. Si bien esto es positivo en teoría, la ejecución efectiva de estas inversiones es lo que realmente determinará su impacto.
Históricamente, la República Dominicana, ha luchado con una baja inversión pública en comparación con otros países de la región. Sin un plan claro y transparente, este aumento en el gasto podría convertirse en un mero ejercicio contable sin beneficios tangibles para la población.
Uno de los pilares de la reforma es atacar la evasión y elusión fiscal. Aunque esta es una necesidad apremiante, las medidas propuestas deben ser implementadas con cuidado para evitar que se conviertan en una carga adicional para los contribuyentes cumplidores. La simplificación del sistema tributario es esencial, pero debe ir acompañada de una administración eficiente que garantice que todos los sectores contribuyan equitativamente.
Otro aspecto preocupante es el escaso enfoque en las oportunidades para los jóvenes y los sectores productivos del país. La falta de apoyo a estos grupos puede resultar en un estancamiento del desarrollo económico a largo plazo. Los jóvenes son el futuro del país y necesitan acceso a educación, capacitación y empleo. Sin políticas claras que aborden estas necesidades, la reforma fiscal podría perpetuar un ciclo de pobreza y desigualdad.
La reforma fiscal puede ser vista como una oportunidad para modernizar y fortalecer la economía dominicana, también puede representar una «retranca» si no se maneja adecuadamente.
La clave estará en encontrar un equilibrio entre aumentar los ingresos fiscales y garantizar que estos recursos se utilicen de manera efectiva para mejorar la vida de todos los dominicanos, lo que la mayoría del pueblo dominicano pone en dudas, los pobres seguirán siendo pobres y los ricos más ricos.
En lo que respecta a su impacto en los pequeños negocios, un sector vital para la economía del país, el objetivo de aumentar la recaudación fiscal y modernizar el sistema tributario, las medidas contempladas podrían tener consecuencias adversas para los emprendedores, quienes ya enfrentan múltiples desafíos en un entorno económico complejo.
Uno de los aspectos más preocupantes de la reforma es la eliminación de exenciones fiscales sobre productos de bajo valor, que afecta especialmente a los pequeños emprendedores que dependen de la reventa de artículos comprados en línea.
Esta medida perjudicará a muchas personas, incluidas madres solteras y estudiantes que utilizan estos pequeños negocios como una fuente de ingresos para subsistir y financiar sus estudios
El aumento del Impuesto sobre el Valor Añadido (ITBIS) y otros impuestos selectivos también podría encarecer los costos operativos para estos negocios, lo que afectaría su rentabilidad y viabilidad. La carga fiscal adicional podría llevar a muchos emprendedores a cerrar sus operaciones o a reducir su personal, exacerbando así el problema del desempleo en el país.
La reforma fiscal parece recaer desproporcionadamente sobre la clase media y los pequeños negocios, mientras que las grandes empresas podrían beneficiarse de ciertos tratamientos preferenciales. Esto genera una distorsión en el sistema tributario que podría desalentar la inversión y el crecimiento en el sector de las micro y pequeñas empresas (Mipymes).
A pesar de las promesas del gobierno de proteger a los sectores más vulnerables mediante ayudas sociales, muchos emprendedores sienten que estas medidas no son suficientes.
La falta de un apoyo real y tangible para los pequeños negocios puede resultar en un estancamiento del crecimiento económico y una mayor informalidad en el sector. Esto es preocupante, ya que las Mipymes representan una parte significativa del empleo en la República Dominicana.
La reforma fiscal propuesta por el gobierno dominicano daría un duro golpe a sectores tan importantes como el turismo y los sectores productivos nacionales, a pesar de la promesa del presidente Luis Abinader, de que el crecimiento del turismo no se verá afectado, las respuestas de los principales actores de la industria indican todo lo contrario.
La eliminación de incentivos fiscales, como los establecidos en la Ley 158-01 de Fomento al Desarrollo Turístico, es uno de los puntos más controvertidos de la reforma. La Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (Asonahores) ha advertido que esta medida podría desincentivar la inversión extranjera y reducir la competitividad del país frente a otros destinos turísticos en la región.
Además del turismo, otros sectores productivos también se verán afectados por las nuevas medidas fiscales. La eliminación de tratamientos fiscales preferenciales para industrias clave podría llevar a una disminución en la inversión y a un aumento en los costos operativos. Esto es especialmente preocupante para las zonas francas, que podrían perder competitividad frente a otros países que no aplican impuestos similares.
Por Luis Ramón López