Si formuláramos esta pregunta, la mayoría de las personas cuestionadas, con toda la seguridad del mundo, afirmarían que sí, pero nada más lejos de la realidad.
Saber dialogar, es una de las virtudes más difíciles de encontrar en los seres humanos, generalmente cuando deseamos aclarar algo que nos molesta, nos dejamos llevar de las emociones, lo que dificulta que podamos entender que, si domináramos este arte, las peleas serían cada vez menores.
Este tema, de manera personal, me va, como dicen popularmente: Como anillo al dedo, porque algunas personas creen que los profesionales de la conducta somos seres de otra dimensión, que siempre sabemos cómo salir a flote ante cualquier situación difícil. Eso es totalmente falso, ya que somos simples seres humanos, llenos de virtudes y defectos.
A propósito de esto, hace un par de días, cogí un sofocón tan grande con el mayor de mis nietos, que de todo corazón, deseé ser una boxeadora y que estuviéramos en un ring, para poder noquearlo, pero pasada la primera emoción, aun teniendo toda la razón del mundo, busqué la forma de levantar la bandera de la paz.
Para poder dialogar, lo primero es mantener la serenidad, por encima de todo. Entender que una de las metas a lograr, es tratar de comprender, no empecinarse en ganar.
Debemos escuchar atentamente a la otra persona, teniendo siempre presente que, aún cuando no salgan palabras de nuestras bocas, los gestos expresan todo lo que queremos decir, y si fallamos una vez, intentarlo de nuevo. No es fácil, pero podemos lograrlo.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)