El cáncer sigue su paso arrollador y perjudicial por gran parte del mundo y cuando arranca una vida útil y productiva es mucha la tristeza, el dolor y la angustia que deja su partida a nuestras familias.
Hace unos días, el Comité de Amigos del Barrio 27 de Febrero, una institución legalmente constituida del Distrito Nacional perdió a su secretaria general, la joven madre Cracita Oviedo, víctima mortal del cáncer, ese asesino silencioso que se introduce en la vida de las familias para hacerle daño a sus miembros.
El cáncer no tiene distingo de personas, tanto hombres como mujeres caen mortalmente ante sus macabros designios.
Gracita Oviedo, una morena hermosa, trabajadora, madre ejemplar, de buena vecindad y luchadora por las reivindicaciones y mejores causas de su barrio, mordió la estopa de la muerte al no poder superar los estragos de esta maldita enfermedad, la que luego de unos seis meses de duro batallar, visita a sus médicos y darse terapias, cargó con su fructífera vida.
El barrio 27 de Febrero, su organización, el Comité de Amigos, sus vecinos y todo el que conoció de su labor, entrega y dedicación lloró su triste partida.
Fueron muchas las diligencias que hizo Gracita por personas necesitadas de su sector, especialmente con madres de escasos recursos, a las que ayudaba con raciones medicinales y regalos.
Las autoridades de salud del país deben poner mucho más atención y hacer una mayor inversión en la prevención para enfrentar, entre otras enfermedades y padecimientos, el cáncer en las mujeres.
Los recursos que el Estado entregue a las instituciones preventivas y a los que luchan por erradicar la enfermedad son los que determinarán la erradicación del cáncer.
Soy de los que creen en las campañas preventivas permanentes frente al cáncer.
Por Nélsido Herasme