Soy tan afortunada que, generalmente, tanto en las películas que acostumbro a ver, como en las cosas que escucho diariamente, casi siempre encuentro un tema para escribir.
Esta mañana, mientras prestaba atención a una escena de una serie que actualmente estoy viendo, una señora le dice a otra, que parecía que tenía el Síndrome de la mano ajena.
Como siempre, me inquieté y me puse a indagar, lo primero que encontré fue lo siguiente: “El síndrome de la mano extraña, síndrome de la mano ajena (SMA) o síndrome del Dr. Strangelove es un trastorno neurológico poco frecuente que se caracteriza por la presencia de movimientos involuntarios e incontrolables en uno de los miembros superiores, además de una sensación de «personificación» o al menos de extrañeza con relación al mismo.” Fuente:https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_la_mano_extra%C3%B1a
Aprendí también, que el mismo se da con mucha frecuencia en personas que se han realizado una operación del corazón, llamada Comisurotomía.
En buen dominicano, es como si esa mano se “gobernara,” pues quien tiene este padecimiento no puede controlarla.
Lo más triste de esta enfermedad, es que aún no existe ningún tratamiento para controlarla. El tema ha servido de argumento para varias películas.
El cineasta Stanley Kubrick, en el año 1964, estrenó una película, donde el actor Peter Sellers, encarnaba un personaje con este padecimiento, cuya mano, al moverse de manera involuntaria, intentó ahorcarlo.
La idea es agregar una nota relajante a lo aprendido, pero no encuentro palabras para definir el estado de ansiedad y frustración que debe atravesar cualquier ser humano, afectado por esta enfermedad. Es como una jugarreta de la naturaleza, rara, pero penosamente existente.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica