Situaciones difíciles e inesperadas

Hace unos días, en la paz de mi hogar, me tocó vivir una experiencia fuera de serie. Luego de haber realizado algunas de mis labores hogareñas, me vi precisada a entrar al baño. Llegado el momento de salir, la cerradura se atascó, y, realmente, no recuerdo haber vivido antes una experiencia tan traumática, como en esos pocos minutos que permanecí encerrada.

Por suerte, mi marido estaba cerca, y pudo escuchar mis gritos pidiéndole que acudiera en mi auxilio.

Desde afuera, utilizando una pieza de metal, él intentaba abrir la puerta. Mientras adentro, yo trataba infructuosamente de mantener la calma, solo para que él no notara mi desesperación, y que, en medio de la impotencia, lloraba a raudales.

Pensé en un vecino, quien a pesar de tener muchos problemas musculares, trabaja herrería, y yo  entendía que podía ayudarnos.

Le pedí a mi marido que fuera a pedirle ayuda, mi marido, desesperado, le explicó la situación. Le pidió un martillo prestado. Mientras tanto, yo, desesperada, por una ventana, llamaba al vecino, el cual, aparentemente, no me escuchó.

A martillazos limpios, mi marido logró romper la cerradura, pero una pieza impedía que la puerta abriera. Le dije que llamara a otro vecino, pero este no estaba.

Entonces,desesperada, le grité que fuera a la fábrica de hielo que queda al lado, y pidiera ayuda a uno de tantos empleados.

Gracias a Dios apareció alguien que, en fracciones de minutos, pudo quitar la pequeña pieza que estaba atascada e impedía que la puerta abriera.

Ese día no pudimos almorzar tranquilos, aún siento que, emocionalmente, la situación me afectó demasiado, pero siempre he pensado que, de todas las situaciones, por adversas que sean, siempre podemos obtener una experiencia positiva.

En este caso lo fue, la moraleja es que yo estaba equivocada, pues, contaba con alguien a quien  en realidad no le importaba en lo más mínimo lo sucedido. Lo que más llamó mi atención, fue el hecho de que, ya recuperada, fui a devolverle el martillo y ni siquiera me preguntó por lo sucedido.

Otra experiencia de este suceso, es que jamás vuelvo a entrar a un baño sin mi celular, y en relación con el llavín, lo cambiamos por otro más práctico. Realmente, no le deseo a nadie la experiencia vivida.

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

Comparte esta noticia en tus redes sociales: