El respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos va ligado muy estrechamente a la dignidad de los pueblos de América, lo que hace que la dignidad de los latinoamericanos se mantenga en alto, precisamente en estos tiempos en que se intenta imponer mediante maniobras y compiraciones contra los pueblos, gobiernos serviles y neoliberales, que sirvan a los peores intereses de las naciones.
Estas líneas vienen con relación a los casos que estamos viendo muy repetidamente de intentos de algunos países de inmiscuirse en los asuntos internos de otros, lo que se hace de una manera muy parcial y con muy malas intenciones en contra de gobiernos progresistas que representan una alternativa política a las políticas de la derecha de la región y sus aliados extranjeros.
Esta situación viene de lejos y constituye un atentado a la estabilidad y la paz de los pueblos de América Latina y el Caribe, que siempre ha sido combatida, por quienes creen en la capacidad soberana de los pueblos para decidir su destino político, tomando las decisiones que consideren sobre su futuro y tipo de gobierno sin la intervención y el control de fuerzas extrañas.
Pero la dignidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños siempre ha estado presente, , tal como paso en el 2005, cuando los presidentes Néstor Kirchner (Argentina), Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Nicanor Duarte Frutos (Paraguay) y Tabaré Vázquez (Uruguay), rechazaron la propuesta de integrar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsada por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Esta actitud de los presidentes de la región abrió el camino para poner en agenda el concepto de la integración latinoamericana y la dignidad de los pueblos, trayendo un rayo de esperanza que despertó la conciencia política de nuevas generaciones, que pasaron a engrosar las filas de los luchadores por el derecho de los pueblos a determinar libremente su condición política y su desarrollo económico, social y cultural.
Las actitudes injerencistas muy bien dirigidas no cesan y existen muchos ejemplos de ello, pero la conciencia contra la injerencia y las intervenciones interesadas, esta en aumento en América Latina y ya se oyen voces que rechazan firmemente, la grosera y abusiva intervención en los asuntos internos de los países por potencias extranjeras y sus aliados circunstanciales.
Tal es el caso de Venezuela donde se pretende intervenir en sus asuntos internos y que su gobierno ha exigido respetar la soberanía de esa nación y la vida interna de Venezuela, país independiente con una constitución, instituciones y leyes, con la calidad suficiente para que los ciudadanos de ese país puedan resolver cualquier conflicto sin necesidad de ninguna intromisión externa.
Asimismo, el presidente de México Manuel López Obrador se vio precisado a censurar al gobierno de los Estados Unidos por su ingerencia en los asuntos internos de su pais, por las declaraciones sobre la reforma Judicial impulsada por el gobierno, el mandatario ”instó a Washington a que aprenda a respetar la soberanía de otros países”, afirmando que,”el futuro de las relaciones México-Estados Unidos se tiene que dar en un marco de igualdad, lo que conviene a ambas naciones”.
La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ordenó denunciar el tratado de extradición con Estados Unidos ante «la injerencia y el intervencionismo» de este país en los asuntos internos de Honduras.
Castro afirmó que «la injerencia y el intervencionismo de los Estados Unidos, así como su intención de dirigir la política de Honduras a través de su Embajada y otros representantes, es intolerable».
Son muchos los casos que se suceden en la región, el caso de Cuba es bien conocido, donde no han valido todas las condenas que ha aprobado la ONU, en contra del abusivo bloqueo contra la isla, lo que no se ha respetado nunca, desconociendo impunemente principios y practicas del derecho internacional ,que promueven el respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la paz universal.
El principio de no intervención se considera como un principio sacrosanto en América Latina. Una vez conseguida su independencia, los Estados latinoamericanos se comprometieron a no interferir en los asuntos internos de los otros Estados y defendían el respeto de los principios de soberanía y no intervención, pero estos principios lamentablemente han dejado de ser importantes para algunos países.
La no intervención es un principio fundamental del derecho internacional, consagrado por las Naciones Unidas en multiples resoluciones y es una pieza fundamental del sistema interamericano, consagrado oficialmente en 1948 en la carta de la OEA, donde se ratifica que los Estados no pueden intervenir de forma alguna en los asuntos de otros Estados, evitando así́ la intervención militar y la influencia en cuestiones políticas y económicas.
Juan Bosch señalo que, “ la dignidad nunca muere”, lo que es muy cierto, la misma resurge con más fuerza en América Latina y el Caribe, ahora que se hace necesario enfrentar con decisión, los pasos que algunos países quieren seguir para justificar acciones intervencionistas en América Latina y el Caribe, lo que contribuirá con la confrontación entre naciones, la inestabilidad y la necesaria paz de la región.
Esa dignidad Latinoamericana es la que debe impulsar que todos los Estados reconozcan el principio de no injerencia en los asuntos internos y trabajen juntos para fomentar el diálogo y la cooperación constructiva en lugar de alimentar divisiones estériles cargadas de odio e intolerancia, que en nada contribuyen a la estabilidad de la región y a la necesaria convivencia pacífica entre las naciones latinoamericanas y caribeñas.
Por Luis Fernández
El autor es político, escritor y comunicador