Jorge Cela fue un jesuita que vivió por más de 30 años en la Zona Norte de Santo Domingo, mentor de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) creador de instituciones sociales y comunitarias como el Centro de Estudios Sociales P. Juan Montalvo, Ciudad Alternativa, el Comité Para la Defensa de los Derechos Barriales (Copadeba), Ediciones Populares y el Periódico Encuentro; dirigió las escuelas Fe y Alegría, fue co-fundador del Centro Cultural Poveda, escribió libros, impartió docencia.
El Padre Jorge Cela se nos fue pero nos dejó su gran ejemplo de humildad y grandeza interior. A pesar de su don de intelectualidad y su recia formación revolucionaria, Jorge era un muchacho, de tenis y ropas sufridas que, mochila al hombro, veíamos acompañar el proceso de evangelización durante horas en los barrios 27 de Febrero, la Ciénaga, Guachupita y Los Guandules y los domingos, celebrar y concelebrar eucaristía en la parroquia Domingo Savio junto a Luis Oraá.
El Padre Cela fue un sacerdote de compromiso y de opción preferencial por los de abajo, dando rienda suelta a su vocación en un momento en que la iglesia de América Latina empezaba a ver las heridas abiertas del pueblo. Era el tiempo de la interpretación del evangelio a la luz de la Teología de la Liberación que alimentaba el deseo de una iglesia que quería caminar de la mano con su pueblo, animada por el Papa Juan XXIII, cuyo celo por la unidad de los cristianos lo motivaron a publicar la encíclica «Pacem in terris» (Paz en la Tierra) y luego convertirse en el protagonista de la iniciativas más revolucionaria que en 1962 el mundo católico conoció como el “Concilio Vaticano II”.
Era el surgir de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) como estilo nuevo de acompañar al rebaño, que se inspiraban en la reflexión y el mandato de los documentos salidos de la celebración de los CELAM de Medellín, Colombia, en 1968 y en Puebla, México, en 1979.
Era el tiempo de Oscar Romero, quien asumió a su prójimo como su verdadero hermano. Jorge Cela fue de los que leyó la biblia con los ojos de los pobres, lo que también lo enfrentó a muchos riesgos.
Por Nélsido Herasme