Doctor Roberto Fulcar, yo como muchos dominicanos albergo la sagrada esperanza de volver a la escuela, pero a aquella que una vez estuvo comprometida con la moral y las bellas costumbres, y esto lo digo porque confío en la gestión que usted está desarrollando en el Ministerio de Educción.
Hoy en la escuela básica y media dominicana se ha perdido la mística y la vocación por la enseñanza. Muchos de nuestros hijos asisten a centros educativos los cuales se han convertido en campos de batalla, generando muchas lamentaciones.
Por momentos se nos olvidó que los planteles educativos son los auténticos lugares de amor, educación y tolerancia, donde nuestros hijos e hijas van a formarse.
Estos centros, en un cerrar y abrir de ojos se han tornado en espacios de violencia y contienda, donde nuestros pupilos en vez de ir a recibir el proceso de enseñanza aprendizaje para forjarse su futuro, donde asisten es a un escenario bélico.
Lo mismo ocurre en muchos centros privados donde la intolerancia también impera. Por el momento se ha perdido la entrega, la abnegación y el respeto por la escuela, ello en franca contradicción con la cantidad de recursos que maneja el sistema educativo dominicano, a partir de la aplicación del 4% del PIB (Producto Interno Bruto).
Cuando cualquier padre o persona llega a un aula de escuela los educando ya no nos reciben de pie, porque la moral y la cívica hace rato que se fueron de rumba.
Debemos decirlo, con dejo de tristeza, que de manera incorrecta en algunas se interpreta el himno nacional de la República Dominicana compuesto por Emilio Prud’Homme y el Maestro José Reyes en 1883 y mucho menos se declaman poemas dedicados a nuestros patriotas.
Ya no escuchamos los himnos a Duarte, a Sánchez, a Mella, a la escuela y a la bandera. En muchos centros no hay altoparlantes para las autoridades hablarle a la comunidad educativa en momentos especiales; tampoco hay cámaras de seguridad que sirvan de control ante cualquier evento que se presente y mucho menos una policía escolar eficiente, eficaz y capaz de intervenir ante cualquier problema que surja en el plantel.
Son muy pocos los que hacen el esfuerzo para que las cosas funcionen mínimamente bien. Pero aun así estamos esperanzados de que en la gestión de usted, doctor Roberto Fulcar, y con el esfuerzo de la comunidad educativa vamos a cambiar.
De seguro que con el sacrificio de todos vamos a recuperar la autoridad, donde directores, equipos de gestión y docentes jueguen su papel, donde volvamos a ver a directores encargado de pasillos para controlar la salida abrupta del estudiantado de las aulas y en las cuales docentes y educandos y la sociedades de padres y amigos construyamos juntos la escuela del futuro.
Por Nélsido Herasme