Hace unos días, mi amigo-hermano, Daniel Rodríguez, a quien le digo que es implacable cuando se trata de la correcta aplicación de las reglas gramaticales, publicó un artículo en este medio llamado: «Confieso que he vivido, y no es un poema».
Antes de empezar a leerlo, inmediatamente pensé en las memorias de Pablo Neruda, pero, todo lo contrario, narraba todo lo que ha vivido en este país, de sus frustraciones, al ver como algunas situaciones políticas se repiten años tras años, como si fuera una grabación fija o un libreto ensayado. El tema, aunque nunca lo abordo, me encantó.
Como siempre repito lo mucho que influyen, sea de manera positiva o negativa, los seres humanos con los que compartimos a diario, y aprovechando mi desvelo, busqué esas memorias de tan prestigioso poeta chileno.
Yo también confieso, aunque no esté frente a un sacerdote, que lo que hasta ese momento para mí era desconocido, me encantó, y sentí que la vida me premió cuando vi que mi fecha de nacimiento es la misma de esta ilustre figura que la vida se llevó, pero no pudo crear, en el equipaje, un espacio donde cupieran todos sus poemas.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica